Las palabras melancólicas advirtieron su porvenir.
Los sentidos le hablaban al oído, procurando lo que iba a suceder.
Ahogándose en su pena se resignó a lo que la vida le tenía previsto, dejándola ir.
Ansiosa por saber su destino se desvelaba.
Sabía que en las palmas de él estaría mejor, aunque insistía con su anhelo inevitable estar en el seno de ella.
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